Temperaturas extremas que también afectan a nuestro vehículo. Para evitar sobrecalentamientos del motor por fallos en el sistema de refrigeración, no apures con la revisión del coche. Ah, ¿qué ya te la saltaste y ahora el motor echa humo?: ¡No lo pares de golpe!
Un motor en marcha podría llegar a alcanzar rápidamente los 300ºC si no fuera por el efecto del líquido refrigerante, que mantiene su temperatura por debajo de los 95ºC. A partir de los 70ºC, se activa un termostato que pone en circulación el refrigerante desde el motor –donde absorbe todo el calor generado por éste– hasta el radiador –desde donde se expulsa el calor a la atmósfera y se enfría– y finalmente vuelve al motor a menor temperatura. Si el líquido refrigerante no está en buen estado y ha perdido parte o todas sus propiedades, puede dañar este circuito que da forma al sistema de refrigeración, haciendo que el motor sufra un sobrecalentamiento.
De ahí la importancia de revisar periódicamente el nivel de refrigerante, una operación que podemos hacer nosotros mismos –siempre con el motor en frío–, al menos, una vez al mes. Que el nivel está un poco bajo, rellenamos nosotros mismos con el mismo refrigerante que usa el coche –nunca con agua, el agua sirve solo para los vehículos más antiguos–. Si sospechamos que estamos rellenando demasiado o muy habitualmente, entonces debemos empezar a suponer que el circuito de refrigeración tenga una pequeña fuga y, en ese caso, lo más prudente es llevar el coche al taller. Que no hay que rellenar, ¡perfecto!, pero tengamos presente que el refrigerante aunque dura y dura, no dura más de 2 años o 40.000 kms. Verifica, por tanto, si ha llegado el momento de cambiarlo.
¿Y qué hacemos si el coche sufre un sobrecalentamiento en pleno viaje?
Lo más importante, mantener siempre la calma. Si el coche acumula años, kilómetros y, para más inri, has descuidado su mantenimiento, lo extraño es que no sufriera un “golpe de calor”. Parar el coche de golpe en estas circunstancias es la peor de las opciones porque el sistema de refrigeración podría bloquearse, ocasionando un desastre mayor. Lo fundamental en estos casos es apagar el aire acondicionado –para evitar la sobrecarga de trabajo del motor–, abrir todas las ventanillas del coche y encender la calefacción. Te parecerá un disparate con estas temperaturas que estamos teniendo este verano, pero es la única forma de extraer el exceso del calor del motor hacia el interior del habitáculo del coche y, de ahí, hacia el exterior.
A continuación ya puedes buscar un lugar seguro dónde parar. Apaga el motor, pero deja la llave en posición de encendido para que el ventilador siga funcionando y el motor siga bajando de temperatura poco a poco. Solo te queda esperar a que el motor se enfríe para abrir el capó. ¡No te apresures! ¡Abrir el tapón del vaso de expansión es peligrosísimo si el motor está aún caliente! Aprovecha el tiempo de espera para buscar posibles fugas alrededor de la tapa del radiador o debajo del coche. Si aprecias que sí, te tocará llamar al servicio de asistencia. Que aparentemente no hay fugas, rellena con líquido refrigerante.
Así podrías continuar tu viaje hasta destino. Pero sabiendo que sí o sí, a continuación tendrás que llevar el coche a un taller porque un sobrecalentamiento o golpe de calor más y el coche podría terminar con un avería de consideración. Y de verdad que no merece la pena. Intenta seguir siempre el programa de mantenimiento y haz una revisión previaje del vehículo antes de salir con él de vacaciones. Te lo agradecerá tu bolsillo y tu seguridad.