Que los niños usen casco cuando circulen en bicicleta deja de ser una opción y se transforma en obligación. 200 euros será la sanción por no llevarlo.
Sin duda, el casco es un elemento de seguridad que puede minimizar los daños en una caída, pero no es la panacea ni el nuevo ángel de la guarda de nuestros hijos.
El casco puede producir en los padres un efecto de “tranquilidad ilusoria” al creer que el niño está más seguro: con casco o sin él, la vigilancia del pequeño debe ser igual de estricta.
Este viernes, 9 de mayo, entra en vigor la normativa de llevar casco para todos los menores de 16 años. Siempre que monten una bicicleta, circulen o no por vías urbanas. Es decir, que hay que llevarlo puesto también en los parques. La sanción por no cumplir la norma puede alcanzar los 200 euros, por lo que no conviene tomarse a broma la obligatoriedad.
Aunque aún existe quién eleva la voz convencido de que la obligatoriedad del casco es una tontería, la mayoría de los padres están concienciados de que su uso contribuye a reducir el riesgo de sufrir lesiones graves en la cabeza. Pero de ahí a lanzar mensajes como que el casco “es vital para evitar accidentes” hay un abismo. ¡Cuidado! Porque el casco no va a evitar caídas, solo minimizará las consecuencias de las mismas.
El efecto tranquilidad
Al igual que ocurre con los flotadores en las piscinas, el casco puede entrañar un gran peligro si en los padres produce un efecto de “tranquilidad ilusoria”, que les haga bajar la guardia y dejar de prestar la atención necesaria al niño al creer que éste está más seguro. En resumen, eso es lo que encierran frases como “el casco es vital para evitar accidentes”.
El casco, como el cinturón de seguridad en el coche, tan solo es un elemento de seguridad pasiva, imprescindible en este caso para proteger la cabeza. Los padres, y el resto de adultos, deben saber explicar a los niños por qué es importante proteger la cabeza. Y para ello basta trasladarles mensajes tan sencillos como éstos:
- Las lesiones en la cabeza son la causa principal de fallecimiento de los niños que montan en bicicleta. Niños y mayores deben ser conscientes de que lo de menos al caerse de la bici es rasparse las rodillas –y hasta eso puede evitarse con rodilleras–. Un mal golpe en la cabeza puede producir lesiones graves e, incluso, la muerte.
- El casco no va a prevenir al niño de sufrir accidentes, pero puede reducir la gravedad de las lesiones. Esta capacidad protectora se basa en que el casco absorbe parte de la energía del golpe y la reparte a lo largo del mismo, reduciendo la fuerza del impacto y evitando que éste se produzca sobre un único punto de la cabeza.
- Para ello el casco debe usarse correctamente, es decir, debe estar homologado, en perfecto estado, tener el tamaño adecuado y llevarlo bien colocado.
- Pese a todo ello no debe confundirse un casco de bici con los cascos para moto. Los cascos de bici están diseñados y deben cubrir los requisitos de protección en accidentes en los que no interviene otro vehículo, es decir, en caídas del propio niño en las que se da solo contra el suelo.
El estándar CE-EN1078
Un casco infantil homologado llevará escrito en la etiqueta la referencia CE-EN1078. Esto especifica que es duradero, de peso reducido, bien ventilado, fácil de quitar y poner, permite su uso con gafas, ofrece un ángulo de visión de al meno 105º hacia derecha e izquierda y no interfiere en la capacidad de oír el ruido del tráfico.
A la hora de absorber impactos los cascos deben demostrar su eficacia en caídas de bicicleta que circulan a velocidad moderada, es decir, inferiores a los 20 km/h. La norma fija también una frenada máxima de 250 gravedades, esto es, 250 veces la aceleración de la gravedad. En las pruebas, el casco debe superar únicamente un impacto primario –el poliestireno con el que se fabrican no está diseñado para más de un golpe– y no se miden fricciones ni impactos laterales.
Dicho esto, adultos y niños deben comprender que un casco de bici no está preparado para, por ejemplo, un atropello de un coche que circula a 50 km/h: primero, por la velocidad y a la fuerza a la que saldrá disparado el niño tras el impacto; segundo, porque a esa fuerza y velocidad la cabeza del niño “tocará” más de una vez el suelo, lo que en literatura médica se llama: impacto primario, impactos secundarios, impactos laterales, etc.
Sistemas de retención
El estándar CE-EN1078 también incluye pruebas de permanencia del casco en la cabeza en caso de impacto y otra prueba de los sistemas de anclaje. Los que se venden con este etiquetaje cubren los requisitos, en este caso es más determinante nuestra buena o mala elección a la hora de comprar el de nuestro hijo:
- Para empezar, el casco no puede ser “crecedero”. Debe de tener el tamaño adecuado, de nada sirve uno demasiado grande para que dure más tiempo ni, por contra, pequeño. Los cascos se venden en varias tallas dependiendo del fabricante. El tamaño adecuado es el que corresponde al perímetro de la cabeza. En la actualidad, todos los cascos incluyen almohadillas adicionales o anillos de ajuste para que queden bien ceñidos a la cabeza y sirvan dos o tres temporadas.
- Por otro lado, el casco debe estar correctamente colocado y abrochado. En ningún caso, el casco debe moverse de lado a lado ni de adelante hacia atrás. Debe encajar firmemente sobre la parte superior de la cabeza, cubriendo la parte superior de la frente (a uno o dos dedos por encima de las cejas). Tanto las correas laterales como la hebilla deben ajustarse hasta que queden bien ceñidas.
El casco también caduca
Como los neumáticos, el casco tiene que estar en perfecto estado. Ya hemos explicado que por sus materiales de fabricación, siempre debe cambiarse si ha sufrido un golpe. Se recomienda además que, aunque esté en perfecto estado, no se use más de 5 años. Cuidado, por tanto, con los cascos heredados de hermanos mayores.
Recuerda que un niño menor de 9 años no debe montar en bicicleta solo sin la supervisión de un adulto. Y para dejar circular solos a los más mayores habrá que tener en cuenta, a parte de las condiciones de tráfico por dónde van a circular, la madurez del niño y su capacidad para poner en práctica las normas de circulación.
El auténtico peligro del casco OBLIGATORIO POR LEY es que siendo una víctima inocente, ante un atropello se convierta en «parcielmente» culpable ante un juez, por no llevar el casco si era obligatorio. Y por ello las aseguradoras están encantadas con esta desproporcionada medida que apenas se cumplirá y que frenará el uso de la bicicleta entre los más pequeños. OTRA COSA ES RECOMENDARLO. http://www.conbici.org/joomla/index.php?option=com_content&view=article&id=1189:comparecencia-comision-seguridad-vial-y-movilidad-sostenible
Tampoco tiene mucho rigor y estadísticamente no se sostiene esa afirmación de: «Las lesiones en la cabeza son la causa principal de fallecimiento de los niños que montan en bicicleta.». De cuántos casos (sin intervención de vehiculos a motor) estamos hablando… ¿de dos en 20 años?. ¿Y por eso hay que obligar al resto de millones de usuarios a llevar casco, por todas las vías y en todo momento?. De verdad piensan que los niños jugando en el parque lo van a cumplir… ¿Y por qué no los peatones?…
Ante todo, agradecerte tu comentario, estimado Manuel, aunque en este caso concreto estemos en desacuerdo con ConBici con respecto a la obligatoriedad del casco. Obviando el debate casco obligatorio sí, casco obligatorio no, en nuestro «post» hemos intentado ser lo más rigurosos posibles, recordando primero que el casco no va a evitar accidentes, pero sí minimizar lesiones en la cabeza del niño en sus caídas no intencionadas; y segundo, explicando en qué consiste exactamente el estándar de homologación EN1078, que no supera pruebas de impacto con vehículos a motor porque no está diseñada para ello la norma.