Nuestros representantes públicos no se enteran y confunden, quién sabe si interesadamente, Educación Vial con Formación Vial.
Por Maite Cañamares
El pasado 6 y 7 de octubre asistí a unas jornadas de Educación Vial que bajo el título de “Convivencias de Seguridad Vial-Laboral” –una evaluación de buenas prácticas en Educación Vial– se celebraron en San Antolín de Ibias (Asturias). ¡Qué maravilla de lugar para hacer una escapada! En el suroccidente de Asturias, entre Lugo y León: puertos de montaña que dejan a la vista una panorámica única, bosques de robles y castaños, pallozas y hórreos con techo de paja… Y unos vecinos que se desviven en atenciones.
Me invitó mi estimado Julio Magadán, presidente de Adeva Vial Asturias, asociación integrante de FETEVI, Federación Estatal de Técnicos de Educación Vial, formada en su mayoría por maestros, pedagogos, abogados, psicólogos, formadores viales, padres, madres y policías locales, como es el propio Julio, con décadas de experiencia a sus espaldas enseñando a nuestros niños actitudes en convivencia vial. Y allí fui, representando a Fundación Feu Vert, a la que siempre agradezco la oportunidad que me da de acudir a aquellas jornadas en las que no solo se escucha, si no que se participa, que a fin de cuentas es como únicamente se aprende.
El programa, además de prometer, resultó ser un auténtico lujo. Educadores viales, maestros, pedagogos, técnicos en protección de riesgos laborales, periodistas… compartimos experiencias en materia de Educación Vial y, bajo la batuta del maestro Francesc Esteban, profesor de la Universidad Ramón Lluc, trabajamos por grupos detectando fortalezas y debilidades, paso previo a elaborar propuestas o conclusiones encaminadas a la mejora de la Educación Vial, a día de hoy, una más de las tantas asignaturas pendientes de nuestro sistema educativo.
Merece la pena leer estas conclusiones, puesto que están elaboradas por las personas más válidas y comprometidas con la Educación Vial que he conocido hasta la fecha. Pero después de vivir unos días tan intensos, no puedo dejar pasar la oportunidad de compartir mi propia conclusión: LA ADMINISTRACIÓN NO TERMINA DE ENTENDER QUÉ ES LA EDUCACIÓN VIAL. Porque mientras en cada inauguración de cada jornada, el jefe provincial de Tráfico de turno siga repitiendo como un mantra que “apostar por la Educación Vial desde la escuela es apostar por el conductor seguro del mañana”, es que no, no se han enterado de nada.
Posiblemente eso pase por esa manía de nuestros representantes públicos de acudir a los actos a “cortar la cinta” para inmediatamente después desaparecer. Mi propuesta es que, terminado su discurso inaugural, se participen en las jornadas porque son los primeros que deberían sentarse a aprender. Quizás solo entonces se darían cuenta de que no hay que confundir Educación Vial con Formación Vial y que mientras esta última sí consiste en la adquisición de conocimientos, habilidades y aptitudes –con “p”– para desenvolverse en la vía pública, la Educación Vial va muchísimo más allá de conocer las normas de circulación, poniendo el acento en la convivencia en esas mismas vías públicas, en definitiva, incidiendo en LOS VALORES Y LA CULTURA DE LA MOVILIDAD. Hablamos entonces de actitudes, pero con “c”. Porque es la PERSONA y no el automóvil o el futuro conductor del mañana, el protagonista de la Educación Vial.
Decía Eduardo Punset que “cualquier excusa es buena para pensar que lo que conviene a una persona no solo es conveniente, si no lo más conveniente”. Quizás esto explique que nuestros responsables de tráfico y seguridad vial continúen aferrados a la definición de la Educación Vial como una inversión a futuro por la conducción segura de vehículos a motor. Así no hay que pensar innovando o cambiando de opinión –ni siquiera plantearse que existen otros tipos de movilidad, además del automóvil– y los que mandan puedan seguir explotando el mantra de que educar a los niños les convertirá en conductores más seguros.
Totalmente de acuerdo Maite, simplificar la educación vial a la formación de los conductores del futuro, es una visión sesgada…, primero; porque como tú bien dices, el protagonista de la educación vial es la persona y no es el coche, segundo; porque la educación vial debe abarcar todo el ciclo vital del individuo, debemos estar siempre en continuo aprendizaje. La educación vial debe llegar a los pequeños, incluso antes de que nazcan a través de los talleres concienciación para embarazadas y sobre S.R.I., a los parvularios, a lo niños y niñas, a los jóvenes, a los adultos, a los mayores…
La educación vial no es solo educar conductores del futuro, es educar en valores, es educar en la adquisición de capacidades que propicien mayor autonomía infantil en los desplazamientos a pie y en bicicleta.
La educación vial en el ámbito del peatón y del ciclista, genera en las niñas y niños vínculos con su entorno más próximo, aprenden a caminar con seguridad y a compartir los espacios públicos con solidaridad, la educación vial mejora la convivencia entre todos los usuarios de las vías públicas… En resumidas cuentas, la educación vial, es mucho más de lo que algunos o alcanzan a ver… Todos y todas deberíamos estar comprometidos con la Educación Vial, para aprender…, y para enseñar…, porque quien suspende en seguridad vial, muchas veces paga con su vida o la de terceras personas inocentes, y cada vez que alguien pierde la vida en la carretera suspendemos todos y todas.
https://www.youtube.com/watch?v=_1sS3hJNX7k