12 de junio de 1980. Jueves. ¿Quién recuerda esta fecha? España jugaba contra la selección italiana en la Eurocopa. Eran los tiempos de Kubala, Vicente del Bosque y Arconada… ¡Lo que ha llovido desde entonces! Simón llamó por teléfono a su casa desde el trabajo. El domingo se había enfadado con su hija mayor, y ésta también con él fruto de esa efervescencia adolescente que se apodera de uno a partir de los diez años. Pero un partido de fútbol parecía un buen pretexto para hacer las paces. El fútbol era una pasión en casa y ahora parecía despertar el interés de la niña, quizá no tanto por pasar un buen rato con el padre, como por disponer de tema de conversación al día siguiente con los chicos… ¡Qué más daba! Si además fue tan sencillo como llamar por teléfono y preguntarle: “¿Me esperas para cenar y vemos juntos la segunda parte?”.
Funcionó porque a la niña no le hizo falta más. Aunque por orgullo no había dado su brazo a torcer en cuatro días, estaba deseando volver a darle un beso a Simón. Nunca antes habían estado enfadados tanto tiempo. Además, él era el que había dado el primer paso allanándole el camino, cuando era ella la que tendría que haber pedido perdón. Uff, lo haría en cuánto llegara. ¡Le saltaría a los brazos y le recordaría cuánto le quería! ¡Qué euforia y felicidad de repente! Estaba tan contenta que quizás por eso no recuerda cuando se olvidó de la tele y del fútbol, y empezó a mirar obsesivamente el reloj. Demasiado tiempo ya, nunca se retrasaba tanto. Aún le persigue esa imagen de la mesa puesta, la cena enfriándose encima y el teléfono, de fondo, sonando… Pero no corrió, como siempre, para llegar la primera al aparato y descolgarlo. Sintió miedo. Un miedo tan profundo, tan doloroso y tan premonitorio que para cuando oyó a su madre decir: “Sí, soy yo… (silencio) …¿Qué le ha pasado a mi marido?”, ya sabía que nunca más volvería a ver a su padre.
Papá
Simón Cañamares, mi padre, murió en Alcorcón, Madrid, en la vieja carretera que unía entonces Móstoles con Villaverde. Le faltaba un mes para cumplir 46 años. Yo entonces tenía 13 y ya le había comprado su regalo de cumpleaños. Esa noche ni siquiera conducía él, sino un compañero de trabajo, cuando un coche adelantó indebidamente por la derecha a la furgoneta en la que viajaban, haciendo que el compañero de mi padre perdiera el control del vehículo, invadiendo involuntariamente un cruce por el que venía un autobús de línea que se los llevó por delante…
Por suerte, ¡qué ironía!, mi padre fue la única víctima mortal de aquel suceso que podía haber terminado en una tragedia, dado el número de viajeros que iban en el autobús. El responsable del siniestro se dio a la fuga y hasta hoy…
Consúltale al tiempo
Créanme, nunca se supera una tragedia de estas características. Y, por supuesto, todo te cambia a partir de que sucede. Evidentemente, llega un momento en que la vida continúa. Así tiene que ser y, al final, así es. Aún con el corazón mordido que no “partío”, un buen día te sorprendes sonriendo y disfrutando de algo.
Pero siempre te quedas tocado. Ni qué decir tiene de ese miedo casi enfermizo a los coches y a la carretera que no te deja vivir cuando otro miembro de la familia viaja en un vehículo distinto al tuyo y que tienes que aprender a silenciar para no acabar volviendo locos a otros conductores. O por defectos casi neuróticos que en mi caso llegan a no poder celebrar nunca un cumpleaños ni comprar un regalo antes de fecha.
Por suerte tan bien te quedan secuelas tan bellas como saber decirle constantemente “Te quiero” a las personas amadas sin prolongar un enfado más de lo necesario. Es el único consejo de educación vial que tengo hoy para ustedes: repítanle a sus parejas, a sus hijos, a sus padres, etc., cuantísimo les quieren. Todos los días, sin faltar ni uno, que no hay terapeuta que cure la pena de perder a un ser querido de forma tan brusca y sin despedidas.
Si hoy escribo y me preocupo por la seguridad vial nada tiene que ver con lo que ocurrió hace 33 años. Pero tenía que servirme para hacerle este homenaje a mi padre. Perdonen, por tanto, si esperaban otro artículo con motivo del Día Mundial de las Víctimas de la Violencia Vial.
Maite Cañamares es periodista y editora de contenidos del portal feuvertenmarcha.org
ESTIMADOS Y MUY QUERIDOS PADRES , hermanos :
MUY emocionante los testimonios de vosotros , decirles gracias, porque es así que los demás pueden pensar que a todos les puede pasar.
Yo soy madre de 5 hijos el menor sufrió un accidente en el 2006 fue terrible 2 infartos cerebrales lesión medular t2 t3. LA VIDA CONTINUA PERO TODO ES DIFERENTE …
Soy española gallega vivo aquí desde la adolescencia casada con un uruguayo .
Con un grupo de padres creamos la asociación de red de victimas de siniestros de tránsito de bella unión uruguay ahi pueden ver nuestro trabajo en facebook. un abrazo y gracias quisiéramos poder estar en contacto con vosotros .