Ampelmann (ampelmännchen, en alemán) es un hombrecito bajito, con la cabeza grande y un tanto rechonchete, que siempre luce sombrero, y que estira los brazos feliz, dando un paso hacia delante para cruzar cuando a los coches se les pone el semáforo en rojo. Es el “hombre del semáforo” de Berlín, la capital de Alemania. Y todos los que van de vacaciones allí se hacen fotos con él. En Berlín hay tiendas de Ampelmann y restaurantes de Ampelmann. Pero ¿a qué no sabes por qué este hombrecito del semáforo es tan famoso?
La historia de Ampelmann es, sin duda, una de las más bonitas y positivas de seguridad vial, muy relacionada con la historia reciente de Alemania y de Europa. Quizás parte de ella la conozcas por la asignatura de “Cono”.
Cuando acabó la II Guerra Mundial en 1945, Berlín se repartió entre todos los países que habían luchado en la guerra contra Alemania. Hicieron cuatro bloques o partes: el inglés, el francés, el americano y el ruso. En 1949, los ingleses, franceses y americanos se unieron con los alemanes y formaron la República Federal de Alemania (RFA – Alemania Occidental) y el bloque ruso se quedó como República Democrática Alemana (RDA – Alemania Oriental). Un bloque se llevaba muy mal con el otro, tanto que esa época empezó a conocerse como la “Guerra Fría”, y la tensión fue tan grande que en 1961 se construyó un muro –el famoso Muro de Berlín– para separar en la misma ciudad la Alemania Occidental de la Alemania Oriental.
Ampelmann nació en el Berlín Oriental
En aquella época, los semáforos para peatones eran muy parecidos a los de los coches, círculos que cambiaban del color del rojo al verde. Pero este sistema no servía para las personas que no distinguen los colores –de cada 10, 1 los confunde, son los daltónicos–. Así que un psicólogo de Berlín Oriental, que trabajaba en tráfico, empezó a pensar en otra idea para los semáforos.
Karl Peglau, que así se llamaba este señor, diseñó primero un sistema de formas geométricas para indicar “parar” y “pasar”, pero lo descartó creyendo que los niños y los ancianos no iban a entenderlo. Y entonces fue cuando se le ocurrió la idea de utilizar la silueta de un hombrecito. Debía ser muy mal dibujante porque al hombrecito tuvo que dibujarlo su secretaria. Así que, ésta, siguiendo las indicaciones de Peglau, fue la que diseñó a Ampelmann: en rojo y con los brazos extendidos para indicar que no se puede cruzar; y en verde, dando un paso y brazos en movimiento, para cruzar. Peglau y su secretaria pensaron que a las autoridades no les iba a gustar el sombrero, pero a éstas les encantó y por eso Ampelmann lleva sombrero.
Ampelmann llega a la tele
El primer Ampelmann se colocó en Berlín Oriental el 13 de octubre de 1961. Y en 1975, 14 años después, había Ampelmann en todos los semáforos de la Alemania Oriental. El hombrecito del semáforo se hizo tan popular que era el protagonista de las clases de educación vial que se impartían en los colegios. Y en 1980 incluso empezó a salir en la tele dando consejos a los niños en programas infantiles.
Alemania se reunifica, cae el muro de Berlín y ¿qué pasa con Ampelmann?
En 1990, cuando las dos Alemanias –que hasta entonces habían estado separadas–, vuelven a unirse y se derrumba el muro de Berlín, los alemanes decidieron eliminar todo lo que les recordase los años tristes en que habían estado separados por un muro. Y, de entre todo lo que se quitó, también se eliminaron todas, todas las señales de tráfico, incluso los semáforos para peatones.
Los Ampelmann acabaron abandonados y amontonados a las afueras de Berlín. Pero no todos estaban contentos por ello y antes de que pasasen por la trituradora, un diseñador que había nacido y se había criado con los hombrecitos del semáforo en la Alemania Oriental, rescató parte de ellos. Markus Heckhausen creó unas lámparas decorativas para las casas con los cristales de los Ampelmann que vendió muy rápidamente, aparecieron fotografiadas en revistas de decoración e, incluso, como atrezo en una serie de televisión…
Todo el mundo quería su lámpara para tener un recuerdo del Ampelmann. Se organizaron grupos de defensa del hombrecito del semáforo y hasta hubo manifestaciones para que no se destruyera.
El súper héroe de Berlín
Hasta que al final, Ampelmann se salvó de la trituradora. Y no solo esto, desde 2005 está en todos los semáforos de Berlín e, incluso, de otras ciudades alemanas. El hombrecito del semáforo se ha convertido en el icono de la capital, una especie de símbolo de que aunque la Alemania Occidental fuera enemiga de la Alemania Oriental, en ambos lados –tanto en Alemania como en el resto del mundo– hay siempre buenas personas capaces que hacer cosas bonitas y positivas, válidas para todos.
¿SABÍAS QUÉ…