La Dirección General de Tráfico lleva tiempo avisando de que habrá cambios en el catálogo de sanciones del carné por puntos. Su director, Pere Navarro, no ha dejado de repetir que el uso del móvil al volante se ha convertido en la distracción que más siniestros con víctimas mortales causa en la carretera por lo que la sanción por usar el móvil aumentará a 6 puntos. El móvil sostenido con las manos, no el manos libres.
Apoyando esta tesis, un estudio de Fundación Línea Directa en colaboración con el Instituto Universitario de Investigación de Tránsito y Seguridad Vial de la Universidad de Valencia (INTRAS) cuantificó por primera vez que el uso indebido del móvil causa 390 muertos al año.
Fuera de España, como siempre y una vez más, los investigadores insisten en que sancionar el uso de móvil “sostenido con la mano” mientras se va a continuar permitiendo el uso de “manos libres” es un error gravísimo. Y piden un cambio de enfoque para acabar con la idea errónea de que el riesgo del móvil radica en su manipulación, cuando el verdadero peligro proviene de la pérdida de atención a la conducción.
Ojos en la carretera, manos en el volante y “cabeza” concentrada en el tráfico. A este axioma tan sencillo de entender vinculado con la acción de conducir un vehículo están recurriendo los doctores en Ciencias del Comportamiento para explicar, una y otra vez, sin mucho éxito hasta la fecha, el error que se comete al asociar simplemente distracción al volante con uso del móvil. “Cualquier tipo de debate sobre conducción y uso de smartphones es siempre bueno porque centra la atención en un problema de seguridad vial urgente y creciente –asegura el Dr. Shaun Helman, jefe de investigaciones del TRL (Transport Research Laboratory)–. Lo grave es que el debate se simplifica, alejándose del problema principal”.
Para entender la queja del doctor Helman, como siempre, primero hay que contextualizar. Fue en el Reino Unido donde, a partir del año 2000, se desarrollaron los primeros indicadores de distracción a través de los cuales se podía determinar qué nivel de distracción podía llegar a tener una persona ante determinadas tareas. Fueron varias las aplicaciones creadas para esta herramienta, desarrolladas todas por psicólogos de la University College de Londres, en principio, para su aplicación en educación y a nivel empresarial, para prevenir accidentes laborales.
Corregidos fallos y consensuado a nivel científico un indicador de distracción, llamémosle estándar, en 2002, TRL introdujo el indicador de distracción en un simulador de conducción (TRLDrivingSimulator), siendo la primera vez que se medía la respuesta de los conductores a eventos repentinos en sus trayectos, delimitando una distancia de detención –la distancia que recorre el vehículo desde que el conductor percibe el evento/peligro hasta que queda detenido, incluyendo la distancia de reacción más la distancia de frenado–.
En una de las primeras investigaciones realizada en 2002 se comparó los efectos de la distracción del uso de teléfonos móviles –usándolo con o sin manos, es decir, en modo “manos libres”– contra los efectos de conducir bajo la influencia de bebidas alcohólicas. Los resultados sorprendieron, incluso, a los propios investigadores, porque el tiempo de respuesta y los metros recorridos eran considerablemente mayores en los conductores que hablaban por el móvil, incluso utilizando manos libres, en comparación con el grupo de control (conductores bajo la influencia de alcohol).
Desde entonces y hasta la actualidad con el TRL DigiCar, las pruebas de distracción simuladas de TRL se han repetido para medir los efectos sobre la conducción causadas por múltiples tareas: sin usar smartphones –comiendo o bebiendo, fumando, buscando objetos en la guantera, interactuando con otros pasajeros,…– o usando smartphone –enviando o leyendo el wassap, interactuando en redes sociales, haciéndose un selfie,…–.
Da lo mismo usar el móvil en modo manos libres, lo que distrae es el hecho de concentrar la atención en una conversación o notificación
La investigación de TRL publicada en 2002, utilizando el simulador de conducción, lo que demostró con bastante claridad es que la precisión y velocidad de respuesta de los conductores se veía muy negativamente afectada, incluso con respecto a conductores con alcohol, cuando el conductor está concentrado en una conversación telefónica. “No importó que la conversación se realizase sujetando el terminal móvil con la mano o en modo manos libres”, insiste el doctor Helman.
“Este hallazgo fue importantísimo pero, preocupantemente, al final, el mensaje que llegó a la ciudadanía y que se mantiene casi dos décadas después es que el problema es ‘sostener’ el móvil y que dejando las ‘manos libres’ desaparece el riesgo. No es cierto. –explica Helman–. Además, dejar de ‘sostener’ el smartphone con la mano, solo implica eso, porque el “manos libres” hay que manipularlo manualmente, con el añadido, de tener que centrar cognitivamente la mirada en el dispositivo y no, en la carretera”.
Centrar la atención en el móvil ha hecho que se desatienda la investigación de las pantallas táctiles
“Mientras todo el mundo está concentrado en el uso del móvil al volante (sostenido con la mano), durante la última década los vehículos se han equipado con dispositivos tecnológicos que no hacen más que aumentar las distracciones sin que nadie se pronuncie al respecto”, denuncian los doctores de Ciencias del Comportamiento, Paul Jackson y Neale Kinnear. Todos los coches incorporan en la actualidad una pantalla táctil, la competencia parece estar en quién la hace más grande, que es necesario mirar y tocar, desviando ojos de la carretera y manos, del volante.
Para evitar usar el móvil (con las manos) y que nos sancionen, mediante Apple CarPlay o Android Auto, conectamos los terminales a la pantalla del vehículo, de tal forma que a partir de ese instante, saltan todas las notificaciones en la pantalla del coche, desviando la atención de la conducción.
TRL realiza en la actualidad una investigación para medir el rendimiento de los conductores cuando interactúan con Apple CarPlay o Android Auto. De que distraen, están convencidos los científicos. Lo que anhelan es que los resultados no sean tan sorprendentemente negativos como los obtenidos en 2002. Pero hasta que se puedan obtener conclusiones del estudio, sugieren a los responsables de seguridad vial un cambio de enfoque en la forma en que se vincula el uso del móvil a las distracciones.
“Creo que todos podemos estar de acuerdo en que si alguien conduce, mantenga los ojos en la carretera, las manos en el volente y su ‘cabeza’ en el tráfico”, concreta el doctor Shaun Helman. Y esto pasa por concienciar a los conductores, más si cabe a los que no han conocido la vida sin teléfonos inteligentes, que los manos libres y las pantallas táctiles en los vehículos, lejos de ser seguros, pueden resultar más peligrosos que determinados usos del móvil ya sancionables.