Hace unos días Ferrovial Servicios y Renault presentaban ZITY, el nuevo servicio de carsharing que comenzará a operar en diciembre en Madrid capital. Esta nueva oferta de coche compartido eléctrico se suma a las de Car2go y Emov, con más de 250.000 usuarios registrados, y eleva a 1.600 la flota de vehículos al servicio de los madrileños.
ZITY comenzará a operar, en una primera fase, con una flota de 500 vehículos –Emov tiene 600 y Car2go, 500– y dentro del perímetro de la M-30, pero con la idea de extender rápidamente el servicio fuera de este anillo central –Emov ya amplió a principios de año su ámbito de actuación a Sanchinarro, Las Tablas, Pueblo Nuevo y Arturo Soria, y antes de que acabe 2017 llegará también a Hortaleza–.
Con respecto a su competencia directa, el valor añadido que aporta ZITY es el eléctrico ZOE Z.E 40 de Renault, con una autonomía homologada de 400 kilómetros –lo que permitirá al usuario ampliar tanto su zona de movimiento como su tiempo de uso–, cinco plazas y un amplio maletero, el doble de grande que el del Citroën C-Zero de cuatro plazas de Emov –los Car2go son Smart fortwo de dos plazas–.
Aunque algunos ya escriben de “guerra”, “batalla” y “lucha encarnizada” entre los tres operadores para captar clientes, la realidad es que no necesitan robárselos unos a los otros, al tratarse de actores complementarios en un nuevo modelo de transporte urbano que todavía le queda mucho espacio para crecer, dado el ritmo al que aumenta la demanda. Al usuario de carsharing –o coche compartido, ¿por qué tanto anglicismo?– no le condiciona la marca del vehículo –todas son reconocidas, fiables y disponen de últimos modelos–, si no el servicio que mejor se adapte a la necesidad que origina la demanda –no es lo mismo ir solo a una reunión de trabajo un día de diario, que al cine con la familia el fin de semana–. Es más, la mayoría de empresas de coche compartido comparten clientes, dado que el usuario de carsharing no se registra en una sola aplicación, se da de alta en todas.
Ni siquiera el hecho de que estas empresas, en su estrategia de marketing, estén recurriendo a programas de fidelización, incluyendo ofertas o premios directos por número de usos, significa que compitan con el resto de operadores de coche compartido. Su objetivo real es captar y fidelizar clientes, usuarios de otro tipo de transporte: el coche de alquiler tradicional, el taxi y hasta el propio vehículo particular –que nadie olvide que este es el verdadero público objetivo del carsharing, el conductor de un turismo privado con el que se hacen pocos kilómetros al año, a cambio de soportar multitud de costes fijos como son la depreciación del vehículo, el seguro, el mantenimiento, etc…–.
Hay que irse olvidando, por tanto, de ese escenario continuista y conservador que sigue defendiendo que los conductores seguirán prefiriendo siempre el coche de propiedad tradicional y que el desarrollo del carsharing tiene un límite. Por supuesto, límite habrá y tener vehículo particular continuará teniendo su peso social, pero por ello hay que negar el cambio de mentalidad del consumidor, que ve el vehículo cada vez más como un bien de utilidad y menos como un símbolo de status. Prueba de ello es la apuesta realizada por los propios fabricantes de vehículos, los primeros en ver esta nueva oportunidad de mercado.
El negocio del carsharing está creciendo tan rápidamente que en países como Alemania ya hay cerca de 140 operadores dando servicio, con una flota de más de 15.000 vehículos y más de un millón de usuarios, no solo en grandes ciudades, también en poblaciones medias de menos de medio millón de habitantes. Al modelo “one way trip” de un solo viaje, que permite dejar el vehículo donde se desee, se han sumado fórmulas que ya triunfaban en Estados Unidos de “Ida-vuelta”, recogiendo el coche en una base y devolviéndolo posteriormente a la misma, o de solo “Ida”, recogiendo el vehículo en una base y dejándolo en otra distinta al de recogida. Aumentan las empresas y con ellas el modelo de prestaciones, de forma que estas últimas vayan cubriendo las que ofrece el vehículo particular.
Carsharing hay, por tanto, para rato. Y lo raro es que ZITY le haya tomado la delantera a DriveNow, la marca de coche compartido de BMW, que ya opera en toda Europa y prepara su desembarco en España con su modelo estrella, el BMW i3.