La presión de los neumáticos baja alrededor de 0,5 bar por cada variación de 10 grados temperatura. En esta época, en la que por el día hace calor y por la noche fresquito conviene no olvidarse de revisar los neumáticos.
Coinciden en ello todos los expertos en neumáticos: si no has revisado la presión de los neumáticos desde finales de agosto, a día de hoy tus ruedas llevan menos aire de lo debido. El cambio del tiempo es el responsable: la presión de los neumáticos baja alrededor de 0,5 bar por cada variación de 10 grados de temperatura. Si a eso le sumamos que un año más estamos en pleno “veroño”, ese término tan divertido que al final tendrá que admitir la academia oficial de la lengua española y que se acuñó en redes sociales para definir estos días en los que por el día hace calor y por la noche nos “pelamos” de frío, a nuestros neumáticos les pasa como a nosotros: que o se asan o se hielan.
No es broma: las condiciones ambientales y los cambios de temperatura del asfalto son un factor determinante en la mayor o menor presión de los neumáticos. Llevar las ruedas con menos aire del debido influye negativamente en su duración, el confort de la conducción y, lo que es más grave, en la adherencia y la frenada. La falta de presión genera además una flexión excesiva de la cubierta, lo que provoca un sobrecalentamiento, una mayor resistencia a la rodadura y un desgaste prematuro. El neumático “sufre” y el riesgo de reventón se multiplica.
Y nos estamos refiriendo a condiciones de conducción normales. Si sumamos que en otoño es cuando las condiciones atmosféricas son más inestables y las lluvias se presentan muchas veces en forma de tormenta, con una presión insuficiente aumentamos significativamente el riesgo de sufrir aquaplaning y que el coche no nos responda.
Es primordial comprobar la presión de los neumáticos en otoño. Los dos minutos que vas a invertir en hacerlo, serán la mejor operación de mantenimiento que puedes hacer tú mismo.