Además de la fatiga y el estrés, sin contar con las lesiones de espalda y de cuello, los trastornos digestivos son uno de los principales problemas que afectan a los conductores profesionales. Un 35% sufre alguna alteración de estómago, el 8% tiene úlcera gástrica y el 7% padece de hemorroides.
El sobrepeso y el sedentarismo son determinantes en la aparición de estos trastornos. Realizar ejercicio físico de forma habitual en los tiempos de descanso y mantener hábitos alimenticios saludables son los mejores consejos para evitar desarrollar enfermedades crónicas del aparato digestivo, tristemente muy frecuentes en los profesionales del volante.
Todo el mundo ha padecido en algún momento de su vida acidez, ardor o pesadez de estómago. Nadie desconoce tampoco las molestias asociadas al estreñimiento. Cuando todos estos problemas aparecen de forma esporádica no tienen ninguna importancia, pues son fruto de comidas demasiado copiosas o rápidas. Pero si las molestias son frecuentes e incluso se repiten a diario, hay que empezar a prestarle atención. Su origen se encuentra en malas digestiones, resultado de “comer mal”. Pero ¿qué hacer cuando te ves obligado a comer fuera de casa sin mayor posibilidad que escoger un área de descanso que ofrezca un precio razonable?
Primero, no poner como excusa el comer fuera para justificar nuestros malos hábitos. Acumular kilos de más en una profesión tan sedentaria constituye una grave amenaza para la salud al favorecer la aparición de colesterol, diabetes, hipertensión, artritis o arterioesclerosis, por lo que conviene tomarse en serio el tema de la alimentación.
10 consejos que mejorarán tu salud si comes fuera de casa
1.- No entrar a comer “muerto” de hambre. La fruta se digiere de forma rápida sin sobrecargar el estómago y ayuda a controlar el apetito. Peras, manzanas, naranjas o unas zanahorias… Recurre a “tentempies” ricos en vitaminas y bajos en grasas que matan el apetito y son de fácil digestión.
2.- Rebusca en la carta y, de no encontrar, pregunta. No des por sentado que en un restaurante, bar o área de servicio solo sirven lo que aparece en el menú. Hay platos que pueden hacerse a la plancha, a la parrilla o al vapor sin salsas u otros acompañamientos.
3.- Reduce el menú. En vez de pedirlo completo (primero, segundo y postre), elige un segundo y acompáñalo de una ensalada.
4.- Evita los fritos. También los rebozados y los guisos, así como los platos gratinados, cremosos o empanados. A mayor cantidad de grasas, más cantidad de juegos gástricos tiene que segregar el estómago en la digestión, dando pie a la aparición del ardor, la acidez o la pesadez.
5.- No renuncies al pan. Aunque cueste creerlo, el pan no engorda. Es la materia grasa que ponemos en el pan (embutidos, salsas…) lo que es perjudicial. El pan constituye un importante aporte de hidratos de carbono, fundamentales para que no haga aparición el cansancio y la fatiga.
6.- La bebida. Desecha para siempre el dicho de que no pasa nada por una copa de vino. Alcohol y conducción es una combinación imposible y letal. Nada de cerveza tampoco. Ésta última produce, además, flatulencia. Agua, por favor.
7.- De postre, fruta. Olvídate de pastelería, por muy casera que sea, y escoge siempre una pieza de fruta de temporada. Un yogur o una cuajada con miel también pueden buenas alternativas de postre.
8.- Nada de café. Por mucho que evite la somnolencia, el café es un excitante que dificulta la digestión, haciéndola más duradera. Si no tomas café, tampoco te entrará la tentación del “chupito”.
9.- Mejor una infusión. Lo ideal es una manzanilla, el mejor aliado natural para hacer desaparecer cualquier tipo de trastorno digestivo.
10.- Cocina china. Lejos de lo que pueda parece, la comida china es de las más sanas y ligeras que existen. Entre pizza o hamburguesa, antes busca un chino.
Ejercicio antes de volver al volante
Para el conductor profesional moverse es tan importante como comer bien. El ejercicio es sinónimo de salud: lo agradece el corazón y lo celebran los pulmones. Ayuda a prevenir el insomnio y es un remedio excelente contra el estrés. Cuando movemos el cuerpo, el cerebro libera unas sustancias llamadas endorfinas, que aumentan la sensación de bienestar y reducen la tensión y la ansiedad.
Caminar un rato contribuye además a bajar la presión arterial, controlar el colesterol y la diabetes, mantener un buen tono muscular y prevenir la pérdida de masa ósea. Así las cosas, aunque no nos guste hacer ejercicio, debemos mentalizarnos de que debemos hacerlo. Pero éste es otro tema, al que dedicaremos su correspondiente espacio.