La velocidad, o más bien su exceso, sigue siendo la principal causa de mortalidad en nuestras carreteras. Aunque las cifras asustan si nos fijamos en un rango de población concreta: los jóvenes. El 64% de los fallecidos en accidentes de tráfico con una edad comprendida entre los 18 y 21 años tuvieron como causa el exceso de velocidad.
Los datos, sin embargo, mejoran. La mortalidad por accidentes en vías interurbanas se redujo un 25% en jóvenes de 15 a 24 años, y un 20% entre los de 25 y 34 años. Disminuyó también el número de multas de velocidad, casi un 10,8% en el último año. Pero el exceso de velocidad continúa representando del 54% de todas las multas.
SABÍAS QUÉ…
¿Por qué corren más los jóvenes?
Son muchos y muy variados los factores: la mayor necesidad de autoafirmación, la excesiva sobrevaloración de su capacidad, su mayor predisposición a asumir el riesgo… Pero lo que es más grave aún: la mayoría de jóvenes multados por exceso de velocidad son hijos de padres sancionados por infracciones de tráfico. La influencia de la familia y el ejemplo que se le da a los hijos es determinante en seguridad vial. Y los datos son la prueba: el 70% de los jóvenes piensan que su padre excede los límites de velocidad porque no considera peligrosa esta conducta.
El efecto túnel
A medida que aumenta la velocidad, la visión periférica del conductor disminuye, dejando de percibir objetos que tiene alrededor y en los márgenes de la carretera (señales de tráfico, semáforos, peatones, animales…). A una velocidad elevada, solo apreciamos lo que sucede delante de nosotros, pero la capacidad para advertir una situación de riesgo en el borde de la carretera se ve significativamente mermada. Por dar un ejemplo, a un velocidad de entre 130 y 150 km/h, nuestro campo de visión se reduce a un ángulo de tan solo 30º, dejando de percibir cualquier situación inesperada que se produzca a nuestro alrededor.
Más tiempo para detener el coche
Cada 15 km/h que aumenta la velocidad a partir de los 80 km/h, se duplica el riesgo de morir en un accidente. Y es que a mayor velocidad, mayor es el timpo y la distancia que se necesita para detener el coche y más graves las consecuencias de cualquier fallo mecánico, como el reventón de un neumático, una mala maniobra de otro conductor o cualquier otro imprevisto. La velocidad máxima permitida por las señales o la reglamentación, no es siempre la más segura. La velocidad segura, que la ley denomina “velocidad precautoria”, es aquella que “le permite al conductor tener siempre el dominio total de su vehículo y no entorpecer la circulación”.
Limitadores de velocidad
El limitador de velocidad es un sistema que permite al conductor establecer la velocidad máxima a la que desea circular. Cuando se rebasa el umbral establecido, el sistema avisa con señales acústicas y luminosas. Lo traen de serie algunos automóviles, así como aquellos vehículos profesionales que están obligados a su instalación. Los limitadores de velocidad pasivos son meramente informativos, mientras que los activos impiden que el vehículo supere la velocidad establecida. Son muy útiles en autopistas, autovías, en trayectos largos e incluso en ciudad, dado que evitan la tensión de estar pendiente de los límites de velocidad y radares fijos y permiten prestar más atención al resto de las circunstancias del tráfico.