En época de vacaciones, todos estamos un poco más pendientes de las informaciones del tiempo. Supuestamente no deberían ser tan importantes como en Semana Santa o en puentes, periodos en los que las predicciones meteorológicas pueden llegar a determinar nuestra decisión de hacer –o, por el contrario, suspender– una escapada para enfado del sector hostelero. Pero lo cierto es que este verano de 2014 está resultando un tanto loco, sospechamos que incluso para los propios meteorólogos.
Cuando los pronósticos hablan de dos o tres días de lluvias, hay que prepararse para una auténtica gota fría con tormentas torrenciales que incluyen granizadas que obligan a trabajar en julio a los quitanieves. Y sin pretender ser agoreros, todo apunta a que el verano continuará así: más tormentas a partir de mediados, primera quincena de agosto tranquila y nuevo empeoramiento desde el 15.
En este contexto, en el que la situación meteorológica puede cambiar de forma inesperada, la prevención es fundamental para evitar sustos en la carretera.
Revisión del vehículo
Si el buen mantenimiento de coche es importante siempre, resulta vital en escenarios imprevistos como resultan las tormentas o una granizada. El vehículo debe estar en excelente estado mecánico, atendiendo especialmente a los frenos, las luces, escobillas y limpiaparabrisas y los neumáticos.
De suelo seco a suelo mojado, la secuencia de conducción cambia en cuestión de segundos. El coeficiente de rozamiento de los neumáticos se puede ver fuertemente alterado en tres momentos: con las primeras gotas de lluvia, al levantar el agua la suciedad de la calzada; si la lluvia es muy fuerte y la calzada se “encharca”, al disminuir la adherencia porque el neumático no logra desalojar bien el agua por las bandas de rodadura; en caso de granizo, dado que a fin de cuentas éste no es otra cosa que hielo. En todos estos casos, el peligro será inexistente con neumáticos en buen estado, con una profundidad de dibujo suficiente como para evacuar el agua y rodando a la presión recomendada por el fabricante.
Mantenerse informado
Tanto si se planifica un viaje de largo recorrido o se realizan los trayectos corrientes de un día normal, es conveniente mantenerse informado sobre el estado del tráfico y las previsiones meteorológicas. En verano, una previsión de cielos nubosos con riesgo de precipitaciones significa que hay que estar preparado para una tormenta.
En caso de fuerte tormenta
- Reduce la velocidad de forma suave y paulatina.
- Aumenta la distancia de seguridad para poder anticiparte de mejor manera ante una maniobra imprevista del coche que te precede.
- Enciende las luces para hacerte ver por el resto de vehículos.
- Evita frenar de forma brusca. Siempre que sea posible, ralentiza, levantando el pie del acelerador.
- Evita los adelantamientos.
En caso de granizo, mantén la calma
Cuando empieza a granizar, los consejos de seguridad son los mismos que en caso de tormenta. Pero lo fundamental es controlar el estrés y los nervios. El ruido del granizo golpeando la chapa y los cristales del coche impresiona y, en muchos casos, asusta, pero no constituye ningún peligro en sí. Estadísticamente es prácticamente imposible que los cristales se rompan, aunque por la virulencia del pedrisco parezca que vayan a saltar por los aires. El único peligro real es que suframos un accidente por ponernos nerviosos y no saber controlar la situación. Además de reducir la velocidad, encender las luces y aumentar la distancia de seguridad:
Evita detenerte, salvo que te veas obligado a ello o salvo que puedas hacerlo con absoluta seguridad, siempre fuera de la calzada. El riesgo de colisión por alcance es altísimo debido a la falta de visibilidad y a los nervios –los propios y los de otros conductores–. Piensa que el granizo sucede en un espacio muy reducido y durante un tiempo cortísimo. Salvo que la situación sea muy complicada, conduce con precaución hasta que “pase la nube”.
¿Te sabes la regla del cuadrado?
Para guardar la distancia de seguridad que nos permite detenernos sin colisionar con el vehículo que nos precede en caso de frenado brusco, podemos aplicar “la regla del cuadrado”: dividir la velocidad entre diez y elevarla al cuadrado. Ejemplos:
A 50 km/h:
50/10 = 5 5 x 5 = 25 metros de distancia de seguridad
A 120 Km/h:
120/10 = 12 12 x 12 = 144 metros de distancia de seguridad
En caso de calzadas mojadas, intentaremos mantener el doble de distancia de seguridad.